¿Por qué, cuando tenemos miedo, abrimos tanto los ojos?
Cuando nos enfrentamos a situaciones que nos generan miedo o ansiedad, es común que nuestras pupilas se dilaten y nuestros ojos se abran más de lo habitual. Esta reacción fisiológica tiene una explicación evolutiva y está relacionada con la necesidad de percibir mejor el entorno y estar alerta ante posibles peligros.
En primer lugar, la dilatación de las pupilas tiene como objetivo permitir la entrada de más luz a la retina, lo que mejora nuestra capacidad de ver en condiciones de baja luminosidad. Cuando estamos en un estado de miedo o alerta, nuestro cuerpo libera adrenalina, una hormona que prepara al organismo para la acción, lo que provoca la dilatación de las pupilas y una mayor agudeza visual.
Por otra parte, el acto de abrir los ojos de par en par también tiene una función adaptativa. Al ampliar nuestro campo visual, podemos captar más información del entorno y detectar posibles amenazas con mayor rapidez. Esta respuesta es producto de la evolución y tiene sus raíces en los antiguos instintos de supervivencia de nuestros ancestros.
Además, es importante tener en cuenta que el miedo activa el sistema nervioso simpático, que es responsable de la respuesta de “lucha o huida”. En situaciones de peligro, nuestro cuerpo se prepara para enfrentar la amenaza o huir de ella, por lo que estar alerta y con los ojos abiertos nos permite reaccionar de manera más rápida y eficaz.
En resumen, cuando tenemos miedo, abrimos tanto los ojos como una forma de protección y supervivencia. Nuestro organismo se prepara para hacer frente a la situación de peligro, aumentando nuestra capacidad visual y alerta. Esta reacción instintiva nos ayuda a estar más preparados para responder ante cualquier amenaza que pueda surgir en nuestro entorno.