Hace aproximadamente 3,5 millones de años, los homínidos experimentaron cambios significativos en su dieta que marcaron un hito en la evolución de la especie humana. Estos cambios en la alimentación fueron fundamentales para el desarrollo de herramientas para la caza y la recolección, así como para la expansión de su dieta hacia alimentos más variados y nutritivos.

Antes de este período, los homínidos se alimentaban principalmente de frutas, vegetales y pequeños animales que podían capturar con sus propias manos. Sin embargo, con la aparición de nuevas especies de homínidos como el Australopithecus y el Homo habilis, se comenzó a observar un cambio en la dieta hacia alimentos más difíciles de obtener, como carne y huesos de animales.

Estos cambios en la dieta se asociaron con la aparición de herramientas de piedra, como cuchillos y martillos, que les permitieron a los homínidos despiezar animales, romper huesos para acceder a la médula y cortar carne de manera más eficiente. Esta nueva forma de obtener alimentos supuso una ventaja evolutiva, ya que les proporcionaba una fuente de proteínas y grasas que eran esenciales para el desarrollo cerebral y físico.

Además, la inclusión de carne en la dieta de los homínidos les permitió acceder a nutrientes y energía de manera más eficiente, lo que les permitió prosperar en un entorno cada vez más competitivo y cambiante. Esta adaptación también está relacionada con el aumento del tamaño del cerebro en los homínidos, ya que los nutrientes provenientes de la carne jugaron un papel crucial en el desarrollo cerebral.

En resumen, los cambios en la dieta homínida hace 3,5 millones de años marcaron un punto de inflexión en la evolución de la especie humana al permitir la inclusión de nuevos alimentos en su dieta y el desarrollo de herramientas para obtenerlos. Estos cambios fueron fundamentales para el desarrollo del cerebro humano y la expansión de nuestras capacidades cognitivas y físicas.