Según investigaciones recientes, los dinosaurios eran animales de sangre tibia, lo que significa que no eran ni de sangre caliente como los mamíferos, ni de sangre fría como los reptiles.
Los científicos han llegado a esta conclusión después de estudiar los fósiles de estos animales prehistóricos y de analizar su metabolismo y capacidad de regular la temperatura corporal.
A diferencia de los mamíferos, que son capaces de mantener una temperatura constante en su cuerpo independientemente del ambiente externo, los dinosaurios no tenían esa capacidad. Sin embargo, tampoco eran como los reptiles, que dependen por completo del entorno para regular su temperatura corporal.
Se cree que los dinosaurios eran animales ectotérmicos, es decir, que dependían en gran medida del sol para mantenerse activos y regular su temperatura. Esto les permitía adaptarse a diferentes climas y entornos, lo que les dio una ventaja evolutiva sobre otras especies.
Algunos de los dinosaurios más grandes, como el Tyrannosaurus Rex, probablemente eran de sangre tibia para poder mantener su gran tamaño y actividad física. Sin embargo, hay algunas especies más pequeñas que podrían haber sido de sangre fría, dependiendo más del sol para regular su temperatura corporal.
En resumen, los dinosaurios eran animales de sangre tibia, lo que les permitía adaptarse a diversas condiciones climáticas y sobrevivir en un mundo prehistórico cambiante. Aunque aún queda mucho por descubrir sobre estos fascinantes animales, esta nueva información arroja luz sobre su biología y comportamiento.