Los primeros seres vivos con mandíbula articulada, también conocidos como gnathostomados, son un grupo clave en la evolución de los vertebrados. Estos organismos surgieron hace aproximadamente 440 millones de años durante el periodo Silúrico, y representaron un importante avance en la evolución de la vida en la Tierra.

Antes de la aparición de los gnathostomados, los vertebrados primitivos carecían de mandíbula articulada y se alimentaban principalmente de pequeños organismos marinos filtrando el agua. Sin embargo, con la evolución de las mandíbulas articuladas, estos seres vivos pudieron adquirir una mayor diversidad de hábitos alimenticios y adaptarse a una variedad de nichos ecológicos.

Uno de los primeros grupos de gnathostomados que apareció fueron los placodermos, peces con armaduras óseas que dominaron los océanos durante gran parte del Devónico. Estos animales se caracterizaban por sus robustas mandíbulas y fueron los primeros vertebrados en desarrollar verdaderos dientes, lo que les permitió alimentarse de presas más grandes y diversificar su dieta.

Posteriormente, surgieron otros grupos de gnathostomados como los acantodios, una especie de tiburones primitivos con aletas espinosas, y los ostracodermos, peces sin mandíbulas que se extinguieron en el Devónico. Estos primeros seres vivos con mandíbula articulada fueron los antepasados ​​de todos los vertebrados que existen en la actualidad, desde los peces y anfibios hasta los mamíferos y reptiles.

La evolución de la mandíbula articulada en los gnathostomados fue un hito importante en la historia de la vida en la Tierra, ya que permitió a los vertebrados desarrollar una mayor diversidad de adaptaciones y estrategias de alimentación. Gracias a este avance evolutivo, los vertebrados han logrado colonizar una amplia variedad de hábitats terrestres y acuáticos, convirtiéndose en uno de los grupos dominantes en los ecosistemas de todo el mundo.

En conclusión, los primeros seres vivos con mandíbula articulada representaron un punto de inflexión en la evolución de los vertebrados, permitiendo su expansión y diversificación en los diferentes ecosistemas del planeta. Su aparición marcó el inicio de una nueva era en la historia de la vida en la Tierra, y su legado perdura en la impresionante diversidad de formas y funciones que observamos en los vertebrados actuales.